Edición Nº7, 02 de Noviembre 2009
 


Ramon Cañas, Gerente general de Aguas Chañar:

Sí se puede

En el norte del país, la escasez hídrica es un tema de permanente conversación. En el caso de la Región de Atacama, las actividades productivas con mayor crecimiento son la agricultura y la minería, dos grandes consumidores de agua.

Ésta es una realidad que se instaló hace años en la agenda local, pero que en estos días ha hecho noticia por los problemas de riego que enfrentan los agricultores.

La otra cara de la moneda –más alegre y, por cierto, la más sensible- es el agua para consumo humano. La escasez que estamos viviendo nos ha obligado como sanitaria a dedicar gran parte de nuestras inversiones a compensar el descenso de la napa del Río Copiapó mediante la habilitación de nuevas captaciones, asegurando así el servicio para la población.

Cito estos ejemplos porque creo que nos permiten sacar algunas conclusiones útiles.

La primera de ellas es que todos los habitantes de una zona –autoridades, empresarios, vecinos, etc.- debemos entender que la escasez hídrica es un problema de todos, sin importar si en una temporada afecta a un actor y en otra a otro. Acá no se trata de ver quién es el más perjudicado en un año, sino de comprender que la solución más eficiente será aquélla alcanzada gracias al compromiso serio y generoso de todas las partes.

Otra conclusión que nos puede ser útil es darnos cuenta de que sin agua, el desarrollo local se tornará cada vez más complejo. Y, una vez más, quien no quiera ver esta realidad y crea que la escasez hídrica no es su problema, simplemente atentará contra su propia calidad de vida.

La frase “un compromiso de todos” aparece en el horizonte como una reflexión trascendental para combatir la escasez y comenzar a trabajar seriamente en la promoción del consumo eficiente del agua. Las empresas, el Estado y las personas naturales podemos actuar proactivamente para ser más eficientes en el uso del agua. Podemos mejorar los rendimientos de riego por hectárea; introducir tecnología de punta en nuestros procesos productivos; evitar el polvo de los caminos invirtiendo en carpetas de rodado en vez de humedecerlos con agua; utilizar medios mecánicos para compactar caminos en lugar de agua; mantener en buenas condiciones la grifería de nuestras casas; etcétera.

Al leer estas líneas, algunos pensarán que soy demasiado optimista, pero lo cierto es que estoy convencido de que sí se puede. En una zona en que la escasez hídrica aumenta año a año, logramos construir y poner en servicio 14 pozos en 18 meses, asegurando el consumo humano de agua potable. Si todos colaboráramos, es seguro que hoy hablaríamos menos de escasez y más de desarrollo.

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