En la decidida opción de Chile por convertirse en un país desarrollado, nuestro país puede exhibir ya una meta cumplida al respecto en materia de servicios sanitarios. Se trata de un éxito notable, alcanzado por generaciones de chilenos visionarios. Es un logro bicentenario de grandes proporciones, ya que la mayoría de los países del mundo, aun iniciado en el siglo XXI, están lejos de conseguir el estándar que hemos conquistado en este ámbito.

Lo anterior no es producto del azar, sino que responde a una decisión de país sostenida y entre cuyas características ha destacado la visión de futuro, la decidida inversión en infraestructura y la existencia de un marco regulatorio claro que ha asegurado el desarrollo del sector. Así, Chile figura como el octavo país en cobertura de tratamiento de aguas servidas en el mundo, por encima de Francia, Canadá y Estados Unidos, para quedar hacia este fin de año en un nivel similar al de España.

La historia es remota. Ya en el siglo XIX, hacia 1850 entra en operación la primera cañería de distribución de agua potable para Valparaíso, en 1860 en Concepción, en 1865 se instalaron estanques de regulación en Santiago y para 1888 se funda la empresa de abastecimiento de agua potable para la ciudad de Iquique. Hacia 1883 se construyen las primeras redes de alcantarillado de Valparaíso y en 1898 se construye el alcantarillado de Santiago.

El país estableció como meta que estos servicios se extendieran a toda la población urbana, lo que se multiplicó en magnitud y esfuerzos con el proceso de migración campo-ciudad que se inició en la primera mitad del siglo XX.

El cumplimiento de esta exigente meta consideró la actuación conjunta de iniciativas públicas y privadas, lo que con mayor o menor preponderancia de las empresas o del Estado dependiendo del período, ha significado entrar al nuevo siglo como uno de los países “top ten” en el mundo en cobertura de servicios sanitarios.

Mientras en la mayor parte del planeta hablar de “saneamiento” significa dar agua potable y recolectar las aguas servidas, en Chile “saneamiento” significa el cien por ciento de tratamiento de las aguas. Así ocurre en prácticamente todo el país, restando solamente la entrada en funcionamiento el 2012 de la tercera planta de tratamiento de Santiago, con lo cual se cumplirá el hito sanitario del 100% de aguas urbanas tratadas en Chile.

La mayor cobertura en descontaminación y modernización en la operación de las compañías trajo consigo un aumento en el nivel de inversión respecto a décadas anteriores, elevándose en promedio a los $US 340 millones al año, lo que significó un aumento de casi el doble respecto a la década anterior.

Como precursores en esta materia, esto nos ha permitido aumentar nuestros niveles de desarrollo y obtener importantes logros en materia de salud pública, comercio exterior y medio ambiente.

Así como eliminamos las enfermedades entéricas –como el tifus y el cólera-, o redujimos sustancialmente la mortalidad infantil y la hepatitis, la industria sanitaria, por convicciones medioambientales y con el ánimo de competir en el mundo con nuestros productos sin dumping ambiental, en menos de una década descontaminó ríos, recuperó miles de hectáreas al riego seguro y limpió el borde costero.

El país optó por un sistema tarifario que reflejara los costos reales de la provisión del servicio, fundado sobre principios de eficiencia, equidad y transparencia. Lo anterior ha permitido el autofinanciamiento de las empresas y un nivel adecuado de rentabilidad sobre sus activos y del cual una parte esencial fue -y sigue siendo- el subsidio focalizado de las cuentas de las familias de escasos recursos. Esta ayuda monetaria entregada por el Estado, administrada por los municipios y apoyada por las empresas, ha permitido desde su creación en 1991 entregar a los clientes un subsidio directo al pago del consumo, en diferentes tramos, y en la actualidad favorece a cerca de 700 mil familias a lo largo de todo el país.

Lo alcanzado hasta ahora sin duda es materia de orgullo y un logro país durante los últimos cien años. No obstante los niveles de cobertura y los destacables índices en materia de tratamiento, nos queda el desafío de mantener y mejorar la calidad de los servicios que prestamos a nuestros usuarios, para mantener los altos estándares de funcionamiento que nos convierten en un aporte a la mantención, conservación y mejora del medioambiente, así como al desarrollo sustentable del país.

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