Edición Nº 50, 01 de julio de 2015

 


Guillermo Pickering de la Fuente, Presidente Ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios ANDESS A.G.:


La dimensión ambiental de la reforma al Código de Aguas

 

 


Cuando hablamos de reformar el Código de Aguas, la discusión suele limitarse al derecho de propiedad, lo que no es secundario, pero se olvida que los cambios en el desarrollo económico del país y en el clima a nivel local y global han planteado nuevos desafíos que ponen en evidencia las limitaciones de la regulación actual.

En pocas palabras, tenemos un problema no menor, con una extensa porción del territorio, que alberga al 60% de la población y es responsable por casi 70% del PIB, sometida a presión hídrica. El tema se ha vuelto prioritario en el contexto de un mayor protagonismo de los actores sociales, y ha puesto sobre la mesa una competencia por usos que es creciente y cada día más conflictiva.

La reforma es un tema relevante para el sector sanitario, que es probablemente la industria medioambiental más grande de Chile: hace un uso responsable y sostenible de un recurso precioso y cada vez más escaso y frágil. Protege las fuentes, descontamina las aguas servidas urbanas (que quedan disponibles para ser reutilizadas) y dispone de sólidos y desechos que hasta hace pocos años eran descargados en ríos, lagos y lagunas de todo el país.

El Código de Aguas nos ha quedado chico en múltiples dimensiones. Para empezar, no recoge la perspectiva ecosistémica: hay un sistema natural que ofrece el servicio ambiental de provisión de agua, que sirve de base a múltiples actividades humanas, como generación hidroeléctrica, minería, consumo humano, riego, acuicultura, ganadería, turismo, industria y muchos otros. Vale la pena recordar que las funciones, valores y características de este sistema permanecen sólo si los procesos ecológicos mantienen su dinámica normal.

Ahí se hace visible una de las falencias: el Código actual no reconoce que las acciones de los diferentes actores impactan en la cuenca en la que actúan y en los otros. La gestión integral de cuencas es imprescindible ante los nuevos escenarios de escasez relativa creciente.

Tampoco registra los otros usos, además de los productivos tradicionales, y que no se expresan o protegen en derechos formales, como servicios ambientales, recreación o biodiversidad. Además de compatibilizar actividades, es necesario reservar flujos mínimos con fines escénicos, pero sobre todo ambientales. El resguardo incorporado en 2005 con el caudal ecológico es sobre todo retórico.

Es imperativo introducir en el Código prioridades como el consumo humano y la protección de los ecosistemas para asegurar el uso futuro del agua. Y aunque avanza en la incorporación de estas prioridades, la reforma propuesta pretende conciliar valores a proteger. Se aplicará sólo a los derechos de agua que aún no han sido otorgados, y, según las declaraciones del director general de aguas y del ministro de Agricultura, estos no superan el 10% del total.

La industria sanitaria lleva tiempo adaptándose al escenario de escasez, incorporando los planes especiales de obras y gestión antisequía a sus planes normales de desarrollo e inversiones. Y aunque trata de empujar el cambio, no puede hacerlo sola: el consumo humano representa apenas el 5% del uso del agua en Chile. La reforma al Código de Aguas debiera ser una oportunidad para alinear a todos los actores detrás de estas líneas y dar impulso, al menos a la gestión por cuencas. Es un primer paso al futuro.

Guillermo Pickering de la Fuente
Presidente Ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios ANDESS A.G.

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