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Uno de los temas tratados fue la gestión del agua en las ciudades, como una condición necesaria para el desarrollo justo y armónico de los países. En Chile, esta tarea ha sido confiada por el Estado a las empresas sanitarias, política pública que ha gozado de un respaldo transversal, confiriéndole al sector una sólida reputación técnica, basada en las capacidades de las compañías. Así, una adecuada regulación, fiscalización permanente y objetivos claros han acompañado el desarrollo de la industria, que entiende la provisión de agua potable como un servicio público fundamental. Los planes de desarrollo aprobados por la autoridad hasta la fecha han permitido a las empresas dar un salto cualitativo en todos sus indicadores. Altos estándares en materia de cobertura de agua potable, que prácticamente abarca el 100% de la población urbana, han sido logrados mediante el uso de 38 mil kilómetros de redes en constante mantención y expansión. El servicio de alcantarillado cubre sobre el 96% de los hogares, y el tratamiento de las aguas servidas recolectadas alcanzará en el transcurso de este año la totalidad de las mismas, lo que constituye en sí un verdadero hito ambiental para Chile. La calidad del agua de la llave provista por las empresas sanitarias alcanza en promedio el 99,4%, porcentaje basado en los resultados de alrededor de un millón de muestras bacteriológicas y fisicoquímicas certificadas por el ente regulador. Con todo, para abastecer a 15 millones de chilenos (de 4,5 millones de hogares), las 24 horas del día y todos los días del año, las compañías usan sólo una mínima parte (el 5%) del agua dulce disponible en el país. Junto con este nivel desarrollo corresponde la consolidación del carácter medio ambiental de la industria sanitaria, como responsable del ciclo integral del agua, que está compuesto por siete fases: captación de agua cruda, producción de agua potable, distribución, consumo, recolección, tratamiento, quedando disponible un recurso depurado para diferentes usos. Los números del sector sanitario demuestran que nuestras ciudades tienen resueltos problemas que el mundo aún está muy lejos de solucionar. Esto, a pesar de que Chile, como todos los países, enfrenta el cambio climático y una sequía aguda en los últimos años. En el caso particular del norte chico, se deben encontrar las mejores soluciones para asegurar preferentemente el consumo humano. Una meta del país es lograr una gestión integrada de cuencas, haciendo posible que todos los usuarios de ella se organicen para hacer más eficiente el manejo del recurso. El principio de “el que contamina paga” es complementario a estos criterios. Cabe recordar que en el caso de las empresas sanitarias, sus clientes pagan por descontaminar el agua que usan. Asimismo, nunca es inoficioso recordar que el acto de abrir una llave en una casa o en un departamento está respaldado por los equipos humanos y técnicos de las empresas sanitarias, los que, a su vez, son fiscalizados por la autoridad sanitaria en todo el proceso. La correcta separación de roles entre los sectores público y privado –que no les impide colaborar entre sí- constituye la mayor fortaleza del modelo sanitario chileno, el mismo que permite a nuestro país ser reconocido como un ejemplo de desarrollo en el mundo, hecho que nuestros representantes pudieron constatar en el reciente Foro Mundial del Agua.
Guillermo Pickering de la Fuente
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