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Existe poca conciencia, pero lamentablemente a nivel mundial vivir en un entorno libre de la contaminación de las aguas servidas no es la regla, sino más bien una excepción. De acuerdo con cifras de las Naciones Unidas, 3.600 millones de personas alrededor del globo carecen de acceso a un saneamiento seguro y más de 800 niños menores de 5 años mueren al día como consecuencia de enfermedades asociadas. Esta es la razón por la que la ONU desde 2013 que conmemora cada 19 de noviembre el Día Mundial del Saneamiento, fecha en la que busca generar conciencia sobre esta realidad.

En Chile, en 2012 logramos un gran desafío: que el 100% de las aguas servidas que se generan en las ciudades recibiera tratamiento, y así el agua que usamos en nuestros hogares pudiera regresar limpia al medioambiente. Esa fue la meta que el Estado de Chile fijó a partir del año 2000 a las empresas sanitarias, cuando decidió incorporar capital privado a su administración. En sólo 12 años, tiempo récord en comparación con lo que tomó conseguir esta meta en países desarrollados, la población de las ciudades de Chile se incorporó al selecto 27% de la población mundial que hoy puede vivir en un entorno libre de la contaminación de las aguas servidas. Todo, gracias a un esfuerzo tripartito: del Estado, encargado de fiscalizar y fijar estándares de servicio; de las empresas sanitarias privadas, a cargo de la gestión, planificación e inversión; y de las personas, que financian este servicio con el pago de su cuenta mensual. 

Pero, ¿cuáles son los beneficios que hemos obtenido una vez que alcanzamos el 100% saneamiento en las ciudades del país? Revisa a continuación: 

  • Cumplimiento del Derecho Humano al Saneamiento

En julio de 26 de julio de 2010, las Naciones Unidas reconocieron al saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos. Para considerar que se cumple con este derecho, la ONU estableció las siguientes condiciones: 

  1. Que sea suficiente, o sea, que las instalaciones sean suficientes y con la infraestructura necesaria para mantener y gestionar el servicio. Esto se cumple en las ciudades, ya que la infraestructura construida (alcantarillado, plantas de tratamiento, etc.) es capaz de cubrir las necesidades de saneamiento de las ciudades. 
  2. Que sea saludable, es decir, que las instalaciones de saneamiento sean inocuas, fáciles de limpiar y mantener, y que se puedan usar de forma segura, con una estructura estable, sin riesgo de accidentes, y eliminando el contacto animal o humano con las excretas, para evitar la transmisión de enfermedades. Esto se cumple en las ciudades porque las instalaciones de saneamiento están confinadas, son seguras e inocuas. 
  3. Que sea aceptable, entiéndase que el diseño, posición y condiciones de los sanitarios asegure la privacidad y dignidad de las personas, sean culturalmente apropiados y sensibles al género y el ciclo de vida. Se cumple, ya que además de los inodoros de cada recinto, el agua recuperada de las plantas de tratamiento contribuye a la descontaminación de los cuerpos de agua y la biodiversidad.
  4. Que sea accesible, o sea, que los sanitarios estén ubicados dentro de las inmediaciones de cada hogar, institución de salud o educativa; lugares públicos y de trabajo, y, si son compartidos, que sean en cantidad suficiente para que los tiempos de espera no sean prolongados. Esto en las ciudades de Chile es una realidad, ya que el alcantarillado cubre el 97% de los hogares en las ciudades. 
  5. Que sea asequible, es decir, que el costo del servicio de agua potable, en conjunto con el de saneamiento, no impida la adquisición de otros productos y servicios esenciales. Para su definición técnica, considera el parámetro del PNUD: que no supere el 3% de los ingresos de un hogar. Esto se cumple en los sectores urbanos en que operan las sanitarias, ya que el valor de la cuenta en promedio, incluyendo el agua y el saneamiento, según la Encuesta de Ingresos Familiares (INE, 2017) alcanzaba el 1,6% de los ingresos de un hogar, inferior al 3% establecido por Naciones Unidas como aceptable. Para aquellos debajo del promedio, además, existe el Subsidio al Agua Potable, que cubre hasta el 100% de la cuenta para quienes tienen consumos de hasta 15 mts3 al mes y una condición económica vulnerable.  
  • Drástica caída de las enfermedades entéricas

Cuando se descargaban las aguas servidas sin tratar a ríos, lagos y playas de nuestro país, existía una prevalencia mucho más alta de enfermedades entéricas, como el tifus o el cólera, ya que se regaban frutas y hortalizas como frutillas o lechugas con agua contaminadas por las servidas, y se ingerían productos del mar, como peces y mariscos, que capturaban los microorganismos presentes en las deposiciones. Todas estas fuentes de contagio desaparecieron cuando se alcanzó el 100% de saneamiento. 

  • Reducción de la huella de carbono de las ciudades

Las aguas servidas, cuando se descomponen de forma natural en los cuerpos de agua, liberan importantes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero, que contribuyen al deterioro de la capa de ozono y a elevar el calentamiento global. De acuerdo con estimaciones de la industria, las emisiones que generan los servicios sanitarios de las ciudades se redujeron en 15% cuando se completó el 100% de saneamiento. Eso es equivalente a cerca de 157 mil toneladas de CO2 equivalente. Para que se comprenda mejor, esto equivale a las emisiones que generan 33.800 vehículos de pasajeros a gasolina en un año, o el uso energético de 19.700 mil hogares.

  • Apertura comercial con países desarrollados

A principios de los años 2000, cuando el Estado de Chile estaba negociando acuerdos de libre comercio con grandes mercados desarrollados como Estados Unidos o la Unión Europea, una de los grandes obstáculos era el hecho de que Chile no contaba con un 100% de saneamiento, y entonces existía el riesgo de que productos agropecuarios contaminados por aguas servidas fueran exportados a dichos mercados. Al asumir el compromiso y diseñar un plan confiable para alcanzar el 100% de saneamiento, el Estado de Chile se transformó en uno de los primeros países de Latinoamérica en tener un acceso preferente para sus productos en dichos mercados. 

  • Recuperación de espacios urbanos hoy emblemáticos

No son pocas las ciudades del país que habían dado la espalda a los ríos que las atraviesan y a parte de sus bordes costeros debido a que estaban contaminados por la descarga de aguas servidas, y eran fuente de mal olor y enfermedades. Hoy, gracias al saneamiento, las ciudades se han reencontrado con nuevos espacios públicos, que se han transformado en plazas y paseos para disfrutar en familia y hacer deporte. 

  • Retorno de la flora y fauna natural en los ecosistemas descontaminados

Las aguas servidas no son alejaron a los habitantes de las ciudades, sino que destruyeron la estabilidad de los ecosistemas donde eran descargadas, haciendo desaparecer la vegetación natural y las especies de animales que convivían en ellas. Sin embargo, este deterioro ha demostrado ser reversible. En los últimos años, ríos, lagos y playas han recuperado sus condiciones para que vuelva flora y fauna silvestre, potenciando así la biodiversidad de los entornos urbanos, tan necesaria para combatir el cambio climático y cuidar nuestro planeta.

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