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Biofactorías de Aguas Andinas, una opción real y sustentable para enfrentar la escasez hídrica

El cambio climático obliga a la readaptación. Se debe asegurar el abastecimiento y la continuidad del suministro a una población creciente, así como la adecuada recolección y revalorización de residuos, por lo que es clave evaluar nuevas posibilidades de reutilización. En esta línea, Aguas Andinas comenzó en 2017 la transformación de sus plantas de tratamiento de aguas servidas en biofactorías (planta La Farfana y Trebal-Mapocho), en las que además de descontaminar las aguas residuales del Gran Santiago se generan subproductos de valor agregado, como electricidad, gas natural, biosólidos y agua limpia para la ciudad (ver infografía).

Solo para tener una idea, en 2019 estas dos biofactorías generaron 503.079.941 m3 de agua tratada, reintegrada al medio natural y canales de regadío, lo que corresponde al 90% del agua que consume Santiago; produjeron 285.505 toneladas de biosólidos –que es lo mismo que 39 veces el peso de la Torre Eiffel–, de los cuales 217.650 fueron destinados para reúso en suelos agrícolas; generaron 50.830 MWh para el autoconsumo de energía eléctrica, es decir, el 82% de su demanda eléctrica (suficiente para abastecer a unas 20.000 casas), y produjeron 184.487 MMBTU de biometano, que fueron inyectados a la red de gas natural, llegando hasta 35.000 habitantes. Por otra parte, las biofactorías ‘reducen los residuos que impactan al medio ambiente y también el consumo de energía de origen fósil, ya que producen su propia energía’, destaca Jonás De Miguel, director de estrategia de Aguas Andinas. Esto permite optimizar los recursos y llevar la economía circular a su máxima expresión, razón por la cual la Organización de Naciones Unidas reconoció su aporte a la salud planetaria durante la COP24.

El desafío que impone la sequía

Gracias a la inversión que Chile ha hecho en materia de regeneración de aguas, que supera los US$ 1.000 millones, lo que antes era un desecho hoy es un recurso que, tras varios tratamientos, resulta óptimo para diversos usos como el industrial, riego de parques y plazas e, incluso, el consumo humano. Sin embargo, el agua que se regenera en las biofactorías se reintegra en su totalidad a sus cauces, favoreciendo, por una parte, la flora y la fauna que habita en los ríos Maipo y Mapocho y, por otra, el riego agrícola de las zonas aledañas.

Se tratan cerca de 600.000 millones de litros al año que podrían aliviar el estrés hídrico que enfrentamos y contribuir a seguir entregando agua de calidad a los usuarios. ‘Con la reutilización de estas aguas más de 7 millones de personas que se encuentran en nuestra zona de concesión en la Región Metropolitana, una de las más golpeadas por la profunda escasez hídrica, se verían directamente beneficiadas’, apunta Jonás de Miguel. Asimismo, explica, ‘reusar el agua de las biofactorías no reduce el caudal de los ríos, ya que sustituimos otras fuentes hídricas. Se trata de ajustar cada calidad de agua a un uso diferente’.

Juan Eduardo Saldivia, exsuperintendente de Servicios Sanitarios y exsubsecretario de Obras Públicas, dice que si hipotéticamente se acabara la sequía, reusar el agua reciclada igual tiene ventajas. ‘El crecimiento de la ciudad, de la población y de la actividad económica demandarán más agua, por lo que este tema no solo tiene relación con la sequía sino que con el aumento de la demanda de los próximos 20 años’. Desde Aguas Andinas afirman que el reúso de aguas regeneradas es una opción real, sustentable y concreta, que ya se implementa en Europa, California o Singapur. En el país asiático, por ejemplo, las autoridades planean que para 2060 esta fuente satisfaga el 55% de la demanda hídrica urbana. ‘Para hacer lo mismo en Chile es necesario que la regulación se actualice, que se haga cargo de la adaptación que deben enfrentar las empresas de cara a los desafíos que impone el cambio climático y que otorgue los incentivos para que las inversiones se puedan llevar a cabo’, dice el ejecutivo. Y agrega que también es esencial una campaña informativa dirigida a los usuarios, que dé cuenta de los beneficios de este sistema e indique que el consumo de aguas regeneradas es totalmente seguro para la salud del ser humano.

Juan Eduardo Saldivia, por su parte, señala que ‘la reutilización del agua es una alternativa tecnológicamente disponible, sin perjuicio que tiene un costo alto, porque habría que tomar el agua de las plantas de tratamiento que están en la zona sur y llevarlas hacia zonas más altas para distribuirlas’. Por eso, a su juicio, es determinante el cómo se va a financiar, ‘si lo van a pagar los usuarios, se generan mecanismos de subsidio o el Estado se hace parte para que lo operen los privados’. Si bien en el corto plazo el reúso de aguas regeneradas está pensado para el riego y uso industrial, esta se puede utilizar para el consumo humano. ‘Para ello, pasa por una serie de procesos antes de ser inyectada a las redes de distribución de agua potable. Experiencias como Singapur o California así lo demuestran, casos exitosos que han resultado ser un verdadero alivio para el estrés hídrico de esas zonas’, finaliza Jonás de Miguel.

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