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Hablemos de la calidad del agua potable en Chile

Tomar agua potable en las ciudades chilenas es sano y es seguro para la salud. Es una afirmación que como industria podemos hacer con toda responsabilidad: el agua que producen las empresas sanitarias chilenas es apta para el consumo humano y para todo uso doméstico habitual (higiene personal, aseo, consumo animal, etc).

Cuando hablamos de agua potable nos referimos a un agua limpia, transparente, con minerales como sodio, magnesio, calcio, en las cantidades adecuadas, y de buen sabor. El proceso de potabilización implica filtrar el agua para quitarle las impurezas y luego eliminar cualquier microorganismo o bacteria mediante la desinfección con cloro. Por último, es sometida a numerosos análisis en planta y en la red de distribución, para asegurar que llegue a los hogares en óptimas condiciones.

Normativa estricta

La forma de evaluar la calidad del agua potable es la misma en todas las localidades del país: la Norma Chilena 409 (NCh 409/1), que establece los elementos que deben estar presentes en el agua de la llave y en qué niveles.

El agua potable en Chile debe medir y cumplir y medir 43 parámetros de calidad, que se pueden agrupar en cuatro tipos:

  • Niveles de químicos y minerales,
  • Turbiedad y ausencia de microorganismos,
  • Características físicas detectables por los sentidos (color, olor y sabor) y
  • Desinfección.

>La NCh 409/1 fue actualizada en 2006 por el Ministerio de Salud y se basa en el documento técnico Guías para la calidad del agua de consumo humano, que periódicamente actualiza la Organización Mundial de la Salud (https://www.who.int/water_sanitation_health/publications/drinking-water-quality-guidelines-4-including-1st-addendum/es/). Asimismo, la NCh 409/1 tuvo presente la realidad nacional en lo que se refiere a las distintas fuentes de abastecimiento de agua a lo largo del país y a las tecnologías de tratamiento para la producción del agua potable.

El cumplimiento de esta norma es fiscalizado por la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) y por las autoridades de salud (Ministerio y Seremis de Salud)

Diferencias regionales

Las características del agua potable dependen en gran medida de la fuente de abastecimiento de donde se extrae, y esto hace que la percepción que tienen las personas varíe a lo largo del territorio nacional. En otras palabras, el sabor puede ser distinto según la ciudad, pero las normas son las mismas y el agua es igual de buena y segura.

Por ejemplo, el agua potable producida a partir de fuentes subterráneas, como pozos o sondajes que abastecen gran parte de la zona centro norte del país, contiene más sales minerales (principalmente de calcio) y se dice que es más “dura”. Por otra parte, el agua producida desde fuentes superficiales (como lagos o ríos), es más “blanda”.

El proceso de potabilización varía dependiendo del origen del agua, en algunos lugares hay filtración y decantación, en otros, se usa la técnica de osmosis inversa. No obstante, sin importar cuál sea la fuente desde la cual se obtiene, el agua potable en nuestro país llega a más de cinco millones de hogares urbanos lista para su consumo directo, los siete días de la semana y durante las 24 horas. Esta es una realidad reconocida en el extranjero: los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (un departamento del Ministerio de Salud de Estados Unidos) dice a los ciudadanos estadounidenses que vengan a Chile como turistas que el agua de la llave en las ciudades es segura para su consumo.

Análisis constantes

Para asegurar los buenos resultados del proceso de potabilización, cada año se realizan más de 1 millón de controles. Estos análisis se realizan en las fuentes de abastecimiento del agua potable, subterráneas o superficiales, en las plantas de potabilización, y en las redes de distribución que llevan el agua a todos los hogares de las ciudades. En las plantas, la toma de muestras para análisis en laboratorios es constante, mientras equipos de las empresas sanitarias y de las autoridades fiscalizadoras salen a terreno para recoger muestras en la red de distribución.

De acuerdo con el último informe publicado por la SISS y que da cuenta del quehacer de la industria en 2019, el cumplimiento a nivel nacional en materia de calidad del agua potable en los ámbitos microbiológicos, químicos y físicos establecidos fue de un 97,2%.

Mapa Interactivo

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Mitos y verdades

En las áreas urbanas de Chile no es necesario hervir o filtrar el agua de la llave antes de consumirla. El agua potable cumple con la Norma Chilena 409 que regula la calidad de agua en Chile, una norma creada por médicos, y basada en recomendaciones que hace la Organización Mundial de la Salud.

El agua de la llave es fiscalizada constantemente por la Superintendencia de Servicios Sanitarios y las autoridades del Ministerio de Salud. Eso garantiza que su consumo sea seguro para la salud de las personas.

La página web del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, Centers for Disease Control and Prevention) muestra a Chile como el único país de Sudamérica en el que los turistas estadounidenses pueden consumir agua de la llave en las ciudades con seguridad.

Es cierto, y ocurre porque las fuentes desde donde se extrae el agua son diferentes, tienen distintos elementos (sales principalmente) que influyen en su sabor. Sin importar si el origen del agua es subterráneo o superficial, una vez potabilizada ella es igualmente inocua y saludable.

El agua potable proporcionada por las empresas sanitarias NO tiene arsénico ni metales pesados en ninguna ciudad de Chile. El agua en su estado natural o “cruda” puede no ser apta para el consumo directo, por eso es procesada por las sanitarias en sus plantas de potabilización, donde se remueven los elementos indeseables y se transforma en agua potable, segura e inocua para las personas.

El agua potable contiene estos elementos sólo en las cantidades y estándares establecidos por el Ministerio de Salud, los que se evalúan y fiscalizan regularmente por las autoridades competentes.

El cloro mantiene el agua potable libre de microorganismos. Gracias a ello en Chile no es necesario hervir el agua de la llave antes de beberla. Por su parte, el flúor se agrega para prevenir la formación de caries, como parte de una política de salud mandatada por el Estado.

El agua potable debe ser desinfectada, siempre. Para obtener agua con una garantía de salud total, el cloro es el tratamiento más confiable, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En las dosis que se aplican al agua potable, lejos de ser perjudicial, contribuye al cuidado de la salud mediante la eliminación de bacterias.

Es normal que si una persona no está consciente de esta información, se incomode cada vez que prueba agua con un ligero sabor y olor a cloro. Sin embargo, esa situación es sinónimo de control y seguridad.

En caso de que quieras mejorar el gusto y el olor de tu agua, puedes llenar un jarro con agua directo de la llave, dejarla reposar una media hora para que el cloro se evapore y luego guardarla en el refrigerador. El hecho de enfriar el agua hace que se reduzcan el olor y el sabor a cloro. Otro truco es echarle unas gotas de limón.

No, el sarro sólo refleja la presencia de sales de calcio y magnesio que se encuentran disueltos en gran parte del agua de nuestro país. Esta agua es potable y puede ser consumida con total confianza.

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