El exitoso modelo de desatadoras de agua que podría replicarse en otras regiones
ANITARIA. El 90% del recurso para consumo en Antofagasta viene del mar y en Tocopilla será el 100%.
El 90% del agua que consumen los antofagastinos es extraída del mar y el primer trimestre del próximo año los tocopillanos tendrán el 100% del suministro de agua potable con este origen.
Las plantas desatadoras, modelo que desarrolla con éxito la sanitaria Aguas Antofagasta, aparecen como la única alternativa para enfrentar la escasez hídrica que crece cada año en el país, debido al cambio climático que arrastra extensas sequías y la desertificación de territorio.
El modelo local podría perfectamente ser replicado en otras regiones, ya que la empresa cuenta con casi 20 años de experiencia y su desatadora para consumo humano es la más grande de Latinoamérica.
La producción de un metro cúbico de agua de cordillera cuesta 0,16 dólares, mientras que la misma medida con agua de mar tiene un valor de 0,55; ambos montos sin considerar la distribución ni la inversión que consideran estos procesos.
A pesar de que el costo es mayor, Aguas Antofagasta, operada por el grupo colombiano EPM, explica que hay tres factores que llevaron la compañía a incrementar el uso de agua desalada, cifra que hoy llega al 90% de los clientes en Antofagasta.
El primero es que la demanda de la región (excepto María Elena) supera la oferta que tiene la empresa en fuentes de cordillera, es decir, ya no hay suficiente agua dulce en la zona. El otro aspecto es el cambio climático y sus consecuencias, con largas sequías y lluvias más intensas que afectan la infraestructura en la cordillera.
El tercer punto es que la desalación llegó a un punto en el que su tecnología es tan eficiente, que reduce el consumo energético, haciendo el proceso más sustentable para mitigar los efectos ambientales.
EXPERIENCIA
Durante casi 100 años, Antofagasta se abasteció de agua que bajaba por gravedad desde la cordillera y la experiencia de la sanitaria en desalación comenzó en 2003.
Antes de la primera concesión, la estatal Essan construyó y operó la desatadora norte (exLa Chimba), que actualmente es la planta más grande de Latinoamérica para agua potable con este método.
El jefe de operaciones de Aguas Antofagasta, Cristian Jiménez, explicó que la desala-dora comenzó con un par de módulos. Del 100% del agua abastecida en esa época a la ciudad, el 20% pasó a ser desalada.
Actualmente, la empresa elevó esa cifra al 90%, lo que involucró el incremento sustancial de inversiones en la planta para llegar a este porcentaje.
«A medida que la producción de la desatadora aumentó, nos permitió tener un sistema flexible. Esto significa que ante una emergencia por el invierno altiplánico, podría prescindir del agua de cordillera y al revés, si hay algún inconveniente o marea roja, podríamos suplir el agua desalada con la de cordillera», precisó Jiménez.
La diferencia entre lo que requieren las ciudades y lo que puede ofrecer la sanitaria es una las razones por la que decidieron apostar por la desalación.
El jefe de operaciones manifestó que la desatadora permitió hacerse cargo del crecimiento de la región. Y asegura que «si no existiera la desalación, en Antofagasta habría ciudades sin agua. Los derechos que Aguas Antofagasta posee en la cordillera, son menores a la suma de la demanda en las ciudades que operamos».
La experiencia iniciada en 2003 llevó a que hace ocho años comenzaran a desarrollar proyectos internos y en 2015, establecieron un equipo para ello. El año pasado, la compañía implementó de manera formal en su organigrama el departamento de proyectos de desalación.
FUNCIONAMIENTO
Víctor Gutiérrez, jefe del departamento de proyectos de desalación, explicó que en términos sencillos, una desatadora funciona captando agua de mar adentro con una torre submarina.
El recurso llega a la infraestructura que está en la costa norte, donde es impulsada con bombas hacia la desatadora.
La planta utiliza la osmosis inversa, a través de membranas que rechazan la sal del agua.
En este proceso es posible recuperar 45 de 100 litros de agua limpia por segundo, la que luego pasa por un filtro que elimina impurezas. La salmuera es regresada al mar y toman medidas para evitar daños al medio ambiente.
El agua limpia es tratada químicamente para cumplir con las normas sanitarias. «Este paso final, que es la potabilización, nos diferencia de las desatadoras industriales, cumplimos con las normas de consumo de agua», apuntó.
Gutiérrez precisó que frente a eventos naturales como sismos o un tsunami, la planta desatadora está diseñada con las normas de construcción para continuar operando. Para los casos de tsunami, construyeron un sistema de muros de protección, cuya última etapa fue instalada el año pasado.
TOCOPILLA
El primer trimestre de 2020 operará la tercera desatadora de Aguas Antofagasta en la región (hay una pequeña en Tal-tal), dijo Sebastián Rojas, jefe de proyectos de destilación.
«Desde el 2017 estamos construyendo la planta en Tocopilla, tiene un 75% de avance. También utiliza osmosis inversa aunque con otra tecnología en pretratamiento y abastecerá en un 100% de agua desalada a la ciudad», dijo.
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