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Esval alista inicio de obras de proyecto que garantizará agua de Gran Valparaíso hasta 2040

Un equipo que está constantemente mirando y trabajando en torno a la sequía, planes de inversión a corto, mediano y largo plazo, y recursos que solo para combatir la escasez hídrica ya suman $ 50.000 millones en los últimos años han sido parte del trabajo que está realizando la sanitaria Esval, que atiende a más de 650 mil clientes.

José Luis Murillo, gerente general de la empresa ligada al fondo de pensiones canadiense Ontario (OTPP), cuenta que hasta antes de 2015, estaban preparados para eventos de sequía de dos o tres años, pero en ese ejercicio estuvieron al límite de tener que llegar a una situación de racionamiento, lo que finalmente no sucedió por las lluvias que se dieron en agosto.

‘A partir de ahí siempre hemos sido mucho más pesimistas en nuestras proyecciones. No queremos que nos vuelva a pasar lo mismo’, relata Murillo quien describe la situación de estrés hídrico por la que pasa su zona de concesión, que para efectos prácticos está dividida en tres: la del Gran Valparaíso -que incluye la costa norte, hasta La Ligua-, el litoral sur y las zonas cordilleranas en Petorca. ‘Todos están terriblemente afectados’, dice.

Hoy no está en duda el abastecimiento de sus clientes, lo que se debe a que desde los años 2014-2015 han venido desarrollando un plan de corto, mediano y largo plazo.

‘Desgraciadamente, las soluciones a la sequía son estructurales, no se pueden improvisar. Nosotros hemos venido desarrollando un plan de corto, medio y largo plazo, que implica inversiones y donde hay acciones muy específicas asociadas a la sequía.

Este es un esfuerzo que se tiene que ir haciendo año a año, planteándose cuáles pueden ser los escenarios más pesimistas para conseguir afrontarlos, porque hacer las inversiones ahora nos permite ser capaces de abordar el problema de la sequía dentro de dos, tres o cinco años más’, dice.

Tan radical ha sido el cambio, que el ejecutivo reconoce que ‘toda la Quinta Región está sufriendo las consecuencias del cambio climático de una manera muy notable. No hay ningún lugar que, con la infraestructura que teníamos hace cuatro años, pudiéramos estar dando hoy el servicio. Si no hubiéramos hecho las inversiones estaríamos teniendo problemas de suministro en todas las localidades de la Quinta Región’.

Porque no solo se trata de ir y encontrar agua, sino que se requiere un tipo distinto de infraestructura. Murillo explica que hace algunos años, cerca del 70% del agua venía de fuentes superficiales, principalmente el río Aconcagua y Maipo. Con el tiempo se vieron obligados a hacer norias, drenes y pozos que implican que hoy el 60% del suministro se obtenga de las subterráneas, porcentaje que puede ser mayor incluso en algunas épocas del año.

 

En algunas zonas esto ha sido más dramático. Por ejemplo, La Ligua tenía sus propias fuentes de agua, pero hoy se abastece 100% del Aconcagua, específicamente de la planta de Concón.

Es justamente el fortalecimiento de esa unidad la que cobra relevancia de cara a las necesidades del recurso para los próximos años.

La empresa está estudiando hace varios años una conexión de cerca de 14 kilómetros entre la planta y el embalse Los Aromos, con el objetivo de robustecer el servicio y dar respaldo para toda la zona del Gran Valparaíso, beneficiando a más de un millón de personas.

De ese proyecto -que implica inversiones por $ 25.000 millones- ya se avanzó en una primera fase de 4 kilómetros, pero Murillo explica que en un par de semanas iniciarán la segunda, la que busca hacer un ducto que conecte ambos puntos e instalar equipos que permitan no solo mover agua desde el embalse a la planta de forma eficiente -actualmente solo se aprovecha del orden de 60%-70% del recurso-, sino que también llevar el agua en sentido inverso, para facilitar la recarga del embalses en los meses de invierno, permitiendo aumentar las reservas.

‘El embalse Los Aromos le pasa un poco lo mismo que a Peñuelas. No está conectado a ningún río, por lo tanto es muy difícil llenarlo. Con esto podemos acumular agua durante el invierno en el embalse para que cuando el río se queda seco, poder tomar agua del embalse y utilizarlo como fuente supletoria del caudal superficial’, dice.

En un escenario positivo la conexión estará lista este año y la reversibilidad el 2021, explica, lo que además tiene el beneficio de ayudar a enfrentar episodios de turbiedad en el río. Consultado por si llegó el momento de pensar en nuevas fuentes de abastecimiento, como las desaladoras, que ya se utilizan en el norte, Murillo señala que ‘siempre estamos evaluando alternativas que deben ser costo-eficientes. Una desaladora significaría un impacto importante en tarifa, por lo que no es una opción en el corto plazo. Aún tenemos alternativas más eficientes por implementar’.

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