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El Gran Valparaíso no pasó peligro de corte de agua en el último río atmosférico: la escasez de caudal del Aconcagua en esta zona anula posibles turbiedades. No así en el sector de Los Andes, donde hay estanques de acumulación para mitigar efectos de esos episodios.

¿Cortes de agua por turbiedad durante el río atmosférico? No en el Gran Valparaíso, cuya producción de agua potable se las ha tenido que arreglar más de 200 de los 365 días del año sin caudal del Aconcagua que fluya hacia la planta de Concón, muy cerca de la desembocadura al mar, en la cuarta sección, donde el recurso hídrico brilla por su ausencia.

Sí hubo precauciones en Los Andes, donde el curso fluvial, más cercano a la cordillera, aún escurre por el lecho, y llegó a registrar una turbiedad hasta 40 veces mayor que la capacidad de tratamiento de agua. Por eso en la planta El Sauce existen estanques de acumulación que salvaron la emergencia. Pero en Putaendo hubo algunos cortes porque por temor a derrumbes cerró el canal de donde se provee a ese sector.


En Santiago 38 comunas estuvieron a punto de quedar sin agua el fin de semana pasado. ¿La región pasó por un riesgo similar? «La verdad es que lo tuvimos bastante controlado, porque nos hemos visto obligados a trabajar sin el río Aconcagua», declara el gerente general de Esval, José Luis Murillo.

«Cuando en la Región Metropolitana se producen estos eventos que suponen una turbiedad inmensa en el río Maipo, ellos tienen que utilizar sus reservas de agua, los estanques de acumulación y todos los sistemas de regulación para tratar de aguantar, porque esa agua no se puede tratar en la planta. Entonces, utilizaron todas las inversiones que destinaron a esos «pulmones» para aguantar la respiración y esperar que la turbiedad pasase para volver a tratar el agua cuando el río recuperó una cierta normalidad. Y las reservas no se agotaron completamente».

EL ACONCAGUA Y EL GRAN VALPAPARAÍSO
– ¿Esval cómo opera en casos como esos?

En todas nuestras instalaciones hacemos exactamente lo mismo, tanto en el Maipo como en el Aconcagua. Cuando en 2017 se registró un evento de 24 horas de turbiedad, no de esta magnitud, pero sí de una turbiedad que llegó a la planta de Concón y que fue lo suficientemente importante como para que no pudiéramos tratar el agua, tuvimos algunos cortes parciales. Desde entonces ocurre, como en la temporada pasada, que la cuarta sección del Aconcagua, donde está la planta de Concón, no ha tenido agua, nada de agua, durante 215 de los 365 días. Eso quiere decir que, independientemente de la turbiedad, hemos tenido que preparar nuestro sistema para sobrevivir dos tercios de la temporada sin agua del río, lo que determina que en la zona del Gran Valparaíso sea muy difícil que un efecto de turbiedad nos afecte. Estamos prácticamente a prueba de bombas porque somos capaces de vivir sin el río. No es que la hayamos tenido más fácil, sino que nuestro sistema que se ha robustecido muchísimo en los últimos cuatro años, precisamente por la escasez. Sí tenemos problemas en algunas zonas altas del Aconcagua.

– Esta vez se tuvo que cerrar la captación desde el canal La Compañía y se registraron cortes en algunos sectores de Putaendo. 

El consumo que viene del Aconcagua y que es parte de la tercera y cuarta sección del río, no ha tenido ningún problema. Donde hemos tenido es en aquellos lugares donde durante el año completo el río es fuente para el suministro, por ejemplo en la zona de Los Andes, donde hubo turbiedad, pero ya tenemos un histórico de turbiedades y de gestión de la planta para enfrentar esto, y desarrollamos unos estanques especiales que nos permitieron tener ese estilo de «apnea» por un tiempo, cortar la planta, y volver a ponerla en funcionamiento cuando el agua tuvo condiciones mínimas. En el caso de Putaendo, por temor a derrumbes y porque venía un flujo muy importante, el canal La Compañía hizo un cierre, y nosotros tomamos el agua del Aconcagua a través de ese canal. Cuando cerraron quedamos en «apnea», pero no teníamos la capacidad suficiente porque no se había producido ese tipo de eventos con esa virulencia anteriormente. Tuvimos que hacer un corte nocturno y a la mañana siguiente, cuando abrieron el canal, hubo mucha turbiedad, por lo que debimos ralentizar nuestra capacidad de producción. Por eso hubo gente afectada durante el día. Desarrollamos medidas de mitigación con estanques y aljibes, pero a un número muy limitado de clientes le afectó.

«EN TODA LA REGIÓN ESTAMOS MUY CUBIERTOS»
– En una visita a la planta El Sauce, en Aconcagua, el superintendente de Servicios Sanitarios dijo que Esval construyó estanques de seguridad para eventos de alta turbiedad acotados a 10 o 15 horas de duración, y que «estamos trabajando con la empresa para tener soluciones más a largo plazo».

Lo único que se puede hacer es tener estanques de acumulación suficientes para salvar eventos, pero también hay que acotar los temas a la estadística. Uno puede tratar de tener cubierto todo, pero siempre habrá un evento para el cual no está asegurado. Entonces, se trata de tener la cobertura para las cosas que estadísticamente pasan. En este caso, tenemos un corte muy acotado de 4 a 6 horas que se produce una vez cada 100 años. Hay que ver cuál es la lógica de tener cubierto un corte por ese lapso, porque a lo mejor tengo que multiplicar la capacidad de los estanques por dos, tres o cinco, en circunstancias que no van a estar operativos más de cuatro a seis horas cada 100 años. Creo que hemos pasado por un enorme éxito y tendemos siempre, como es lógico, a mirar a las personas que se han visto afectadas. Pero la región ha funcionado a la perfección y nadie ha tenido ni siquiera alerta amarilla.

– Si en un escenario futurista y optimista el Aconcagua recuperara su caudal, ¿habría que tener estanques en las plantas San Juan, Las Vegas, Concón?

El estanque de seguridad que tenemos es el embalse Los Aromos. Ahora, con el proyecto Aromos-Concón, tenemos la planta de Concón conectada con él. Mientras otras compañías están desarrollando estanques artificiales para cubrir un número de horas, tenemos la suerte de haber desarrollado un proyecto que no solo nos permite llenar de manera más eficiente el embalse, sino que estar conectados con el embalse mediante una tubería. Es nuestro estanque de reserva en caso de turbiedades. Y eso es una fortaleza gigantesca.

– ¿Y en la planta Las Vegas?

En el caso de Las Vegas hemos desarrollado pozos propios y convenios con el empresario agrícola Jorge Schmidt, lo que nos permite prácticamente suplir de manera continua con agua subterránea todo lo que necesita esa planta, que funciona normalmente con agua superficial. Entonces, nuestras dos plantas principales están totalmente cubiertas con agua subterránea y con el embalse Los Aromos, y eso de manera casi indefinida. Tendría que venir un evento gigantesco, de meses, para que tuviéramos un problema de suministro. Hemos conseguido esa cobertura mucho más allá de lo normal, porque son soluciones que están hechas para la sequía, pero cubren la posibilidad de turbiedades. En el caso de Los Andes, planta El Sauce, sí son estrictamente para turbiedades, y si un evento de turbiedad tiene más longitud de lo que está preparada la planta, podríamos tener un problema acotado. Pero en general, en toda la región estamos muy cubiertos.

– ¿Qué nos diferencia de Santiago en el aspecto geomorfológico relacionado con el suministro de agua? ¿Somos más frágiles o más resilientes?

Una de las ventajas de la Región Metropolitana es que funciona absolutamente por gravedad. Ellos tienen la cordillera y también el embalse El Yeso, con una acumulación importante, baja por gravedad y se reparte en los ríos Maipo y Mapocho. Pero si hay un evento de turbiedad, se mezcla con ella y pasa a ser agua turbia también. En nuestro caso tenemos una capacidad de acumulación mucho menor que El Yeso, que es Los Aromos y Peñuelas -que desgraciadamente está seco-, y en el caso de Los Aromos cada invierno hay que llenarlo para gastarlo en el verano. Entonces, tenemos de malo que hay que usarlo como pulmón anual, llenarlo y vaciarlo. Pero lo bueno es que está conectado por una tubería a nuestra planta de Concón, así que el agua embalsada no tenemos que mezclarla con la del río para que llegue a la planta, y eso da una autonomía mucho mayor cuando hay eventos de turbiedad.

MEDIDAS FRENTE AL DÉCIMO SEGUNDO AÑO DE SEQUÍA
– Entramos al décimo segundo año consecutivo de sequía con Los Aromos al 15,8% de su capacidad, Peñuelas con 0,9% y La Luz, que es más pequeño, con 77,5%. ¿Qué podemos esperar para el año en materia de suministro?

Una cosa es lo que podemos esperar, y la otra es la filosofía con la que debemos trabajar. Tenemos que esperar lo mejor, pero estar preparados para lo peor. Las previsiones hablan de un año neutro o con Fenómeno La Niña, lo cual quiere decir que muy probablemente será un año seco. Y lo que debemos hacer es preparar nuestras instalaciones para que así sea.

– ¿Y cómo lo están haciendo?

En todo el sistema del Gran Valparaíso, que es el que más complicaciones tiene por la sequía, ya que es muy grande y sus fuentes están en zonas del río donde hay una afectación importante, lo que hemos hecho ha sido fundamentalmente fortalecer la capacidad de respaldo de la planta Las Vegas, que está al final de la segunda sección del Aconcagua. Eso con fuentes subterráneas que nos permitan inyectar aguas en el caso de problemas con las fuentes superficiales a esas alturas. Y en el caso de Concón, hemos desarrollado una capacidad de extracción de aguas subterráneas del acuífero del Aconcagua mucho más potente en los últimos años. También una planta especial de tratamiento de manganeso para no dejar agua sin utilizar. Y por supuesto, el proyecto estrella que es la gestión eficiente y el relleno artificial del embalse Los Aromos.

– Al inaugurar la conducción Los Aromos- Concón, el ministro de Obras Públicas señaló que dará mayor seguridad hídrica a más de un millón de habitantes del Gran Valparaíso y el Litoral Norte y que es una solución de largo plazo, hasta 2040.

La tubería que une el embalse con la planta, posibilita utilizar cada gota de agua sin perder nada, y además, durante los pocos meses que tenemos agua en la cuarta sección del Aconcagua, tomarla en la planta e impulsarla hasta Los Aromos. Es una tubería reversible que, cuando estamos extrayendo agua del embalse, se usa en el sentido embalse-planta. Y cuando hay agua en el río, opera en el sentido río-embalse para llenarlo artificialmente. I ncluso en los años de peor sequía somos capaces de bombear por dos meses y eso nos permite acumular cinco o seis millones de metros cúbicos adicionales a lo que normalmente usamos, lo que da espaldas suficientes para aguantar estos periodos. Calculo que con todas estas obras, estamos capacitados para llegar al año 2040, en una serie histórica razonable. Si la serie histórica de acá al 2040 es que no va a caer una gota, nos estaríamos convirtiendo en un Antofagasta y ahí hay que pensar qué hacemos.

CONEXIÓN CON AGUA POTABLE RURAL Y DESALACIÓN
– Al informar a los senadores de la región el balance de la sequía, usted señaló que algunos de los proyectos permitirán la Interconexión de APRs que están en situación crítica a las redes de Esval en el futuro. ¿Cuántos sistemas y de qué zonas? 

Los sistemas de Agua Potable Rural funcionan de manera autónoma y dependen de la Dirección de Obras Hidráulicas. Muchas de sus fuentes son pozos de poca o gran profundidad, que con la extensísima sequía se han visto muy debilitados tanto en los caudales como en la calidad del agua. Nosotros hicimos un estudio que nos permitió determinar que el 75% de los APRs de la región está a menos de 10 kilómetros de la red de Esval, que con una extensión les podría entregar agua para que ellos la gestionasen autónomamente, como dice la ley. Pienso que este proyecto que estamos desarrollando con la DOH, y que obviamente necesita el visto bueno de cada comunidad de agua potable rural, sería muy positivo. Muchas veces nos encontramos con la reticencia y desconfianza de los APR, que piensan que de alguna manera nos estamos inmiscuyendo en su gestión. Pero nuestra intención no es esa porque además la nueva ley contempla que nosotros no podemos gestionar el agua potable rural, sino solo poner la fuente a su disposición.

– ¿La planta desaladora está suspendida?

No, hay varios proyectos de desalación de otras compañías en la Quinta Región y nosotros estamos conversando con ellos porque estamos convencidos de que llenar la costa de proyectos de esta naturaleza no tiene mucho sentido. Resulta mucho más lógico aunar las necesidades de distintos sectores, como el consumo humano, el industrial y el agrícola, de modo que si se necesita desalación, esté concentrada en pocos proyectos como para hacerlos óptimos. Estamos en contacto con ellas y nuestra idea es tener la desalación como una fuente de respaldo; generar una relación cercana y estar en línea para que, cuando eso pueda ser una necesidad permanente, los proyectos tengan la capacidad de crecimiento y la posibilidad de cerrar contratos con nosotros y que ofrezcan a ambas partes la seguridad adecuada.

ROTURA DEL COLECTOR Y MÁS FACULTADES PARA SSS
– Respecto de la rotura del colector intercomunal de alcantarillado a la altura de Las Cucharas, ¿por qué se rompe una tubería de esa naturaleza con un temblor chico, si la norma chilena de sismo resistencia para infraestructura es muy rigurosa? 

Se está realizando una investigación al respecto, pero se suman varias situaciones y probablemente el sismo sea lo que definitivamente activa la rotura. Ahora bien, es cierto que en la zona de la tubería había lo que probablemente sea un vertedero ilegal, pues habían tirado encima grandes piezas de concreto, y otras circunstancias que hay que tratar con cuidado porque, como digo, todavía están en investigación, pero puede ser que juntas configuren un escenario en que el sismo gatilla lo ocurrido.

– El senador Navarro anunció un proyecto para aumentar las competencias de las superintendencias, en este caso sobre las sanitarias, y permitir que los consumidores las puedan demandar ante episodios que atribuye a inoperancia. ¿Qué opina?

No sé a qué refiere exactamente ese proyecto, pero si alguien piensa que la Superintendencia no tiene la capacidad de fiscalización ni de seguimiento, de sanción o interlocución directa con los clientes, está muy alejado de la realidad. Si hay que fortalecerla, tendría que saber exactamente en qué ámbitos, pero nosotros no tenemos ningún problema porque la idea es que la Superintendencia nos fiscalice todo lo que quiera, y que con esos controles sepa que estamos realizando nuestro trabajo como tiene que ser, y sobretodo, que los usuarios estén tranquilos en cuanto a que estamos haciendo las cosas como se tienen que hacer. Como tenemos la tranquilidad de que esto es así, no tenemos ningún problema en que se nos fiscalice las veces que sea necesario.

Fuente: El Mercurio de Valparaíso.

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