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País: Chile
Fecha: 20-03-2019
Medio: El Sur (Concepción)

Presidenta de Andess: “Los esfuerzos de hoy están en asegurar la provisión de agua potable”

Hace un año, los ojos del mundo estaban puestos en Ciudad del Cabo, que iba camino a convertirse en la primera gran ciudad del mundo en que darse sin agua. Tras una sequía sin precedentes, sus autoridades habían limitado el consumo de las personas a un máximo de 501 litros diarios y hasta se discutía la posibilidad de transportar un iceberg desde la Antártica para proveer de agua dulce a la ciudad.

Hoy la situación de la urbe sudafricana es menos apremiante, gracias a las lluvias. Pero la preocupación por asegurar el agua para consumo humano persiste en todo el orbe y no sólo en lugares donde históricamente ha sido un recurso escaso. Hay estudios internacionales que muestran que el clima está cambiando en todo el planeta y Chile es uno de los lugares donde habrá menor disponibilidad de agua en el futuro.

Uno de los focos de trabajo de las empresas sanitarias es mantener el suministro de agua a la población en un contexto de mayores exigencias, caracterizado por menores precipitaciones, a mayor altura y con eventos de mayor intensidad que obligan a fortalecer la capacidad de resiliencia de la infraestruc tura y la operación de los sistemas «Si al comienzo de esta década los esfuerzos iban a crear capacidad de tratamiento de aguas servidas, hoy buscan asegurar la provisión de agua potable en un entorno cada vez más exigente», dice Jessica López, presidenta de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios, Andess AG. «Estamos trabajando para que nuestras operaciones sean sustentables tanta ambiental como social y económicamente, contribuyendo a la resiliencia de las ciudades», agrega.

 

MIRADA DE LARGO PLAZO

Hoy los clientes reciben un servicio de altos estándares de calidad y continuidad,en un contexto elevadas coberturas, que nos comparan favorablemente con los países desarrollados. Mantener esos estándares en el contexto de cambio climático implica una mirada de largo plazo, proyectando inversiones que se anticipen a la situación a 10 o 20 años, y más allá.

Desde 2000, la industria ha invertido más de US$ 7.000 millones. En 2018, las principales empresas desembolsaron unos US$ 150 millones sólo en asegurar la producción y enfrentar eventos que pudieran poner en riesgo la continuidad del servicio de agua potable (no incluye inversión en alcantarillado tratamiento de aguas servidas). La cifra contempla recursos para conseguir nuevas fuentes de agua, construcción yo mejoramiento de plantas de producción de agua potable (incluyendo desalinizadoras) así como el reforzamiento de la infraestructura de regulación(estanques).

«El diseño de soluciones para los problemas que presentan, la planificación de las inversiones y la construcción de infraestructura o implementación de los sistemas requiere tiempo», asevera López. «Debemos tener planes preparados, de modo que cuando las circunstancias lo requieran, podamos dar una respuesta a la altura de lo que necesita la población», añade.

 

DESARROLLO SOSTENIBLE

Este trabajo con lleva el reconocimiento del acceso al agua potable y saneamiento como un derecho fundamental del ser humano. «El acceso al agua es un eje transversal en los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU y existe uno específico, el 6, que plantea como meta agua potable y saneamiento universales para 2030», afirma la dirigente de las sanitarias.

Este objetivo, lo mismo que el ODS 11 que busca que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, requiere que la industria juegue un rol relevante en la planificación urbana. «Podemos contribuir con nuestros conocimientos técnicos y la experiencia de modo que el resultado sea un crecimiento urbano armónico y sostenible», explica López.

En paralelo, la industria está implementando estrategias que incentiven la producción y consumo responsables, en línea con otro Objetivo de Desarrollo Sustentable, el 12. Por ejemplo, hoy el 43% de los biosólidos (recursos ricos en nutrientes orgánicos resultantes del tratamiento de aguas servidas) se destinan a remediación de suelos agrícolas o forestales, en lugar de ir a vertederos o rellenos sanitarios.

 

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